QUÉ MONADA CON QUÉ MAL GENIO. EL HAMBRE ES MUY MALO

Estábamos paseando con las nenas con las bicis y hemos visto un gatito de un mes aproximadamente que no sabía ni maullar. No se le oía. Un maullidito flojito.
Estaba en la acera jugando y la madre, ese instinto maternal tan bonito, debajo de un coche observando todo.
Hemos subido y como tenemos un bote de comida para gatos para los "por si acaso", jeje, es decir, para estos casos, le hemos bajado agua y comida.
Pues el tío, o tía, que no sabemos, no respeta ni a su madre, una preciosa gata color canela: se ha ido a acercar mientras el gato comía y le ha bufado. Vamos que maullar no sabe, pero bufar...
Se rascaba mucho, con lo que he cogido unos guantes y, con mi alergia al látex y al epitelio de los gatos, me he bajado el Frontline y a base de acariciarle mientras comía, le he desparasitado, jaja, a traición.
Cuando hemos subido a casa, desde el balcón hemos visto como la madre, pacientemente, esperaba a que él terminara de comer para empezar ella.
Espero verle mucho por aquí, pero si dejo de verlos, espero que sea porque han encontrado un hogar.